En los mundos deshabitados queda aún la reveberación de las de las voces, la prolongación de los sonidos reflejados en las aguas, el rumor de los últimos pasos.
En los mundos deshabitados los ecos no hablan, solamente repetirán el final de lo que nosotros hablemos. Sólo Eco permanece, sólo eco vive donde todo ha desaparecido y, por eso, se recluye en el fondo de las cuevas y cerca de los manantiales, allá donde su voz resulta inapreciable